Niño anónimo. Noticia de un día. Noviembre de 2015. |
Mi querido niño:
Hoy te escribo esta carta para pedirte perdón. Perdóname por
no haberte escrito nunca antes, o mejor, perdóname por haber ignorado tu
existencia.
Hoy me siento culpable porque he estado ajena a tu
sufrimiento y a tu dolor. Hoy te he visto en ese primer plano, con ese mono de cafuflaje, y la cara tapada, donde lo único que se te ven son los ojos. Y
he pensado que no eras tan solo una imagen fría que está detrás de la pantalla.
Sino que eres o, mejor dicho eras, un niño. Pero no un niño cualquiera, sino uno
que nació bajo circunstancias especiales. Alguien que, a pesar de haber nació en
la primera década del siglo XXI, fuiste tratado peor que si hubieras vivido en
la época más cruel y oscurantista de la historia.
Me avergüenzo de que yo, como el resto del mundo, hayamos
permitido que alguien, en nombre de cualquier cosa, haya hipotecado tu vida.
Llevo todo el día pensando en ti, desde que te he visto en
este video tumbado en el suelo, manejando esa enorme
ametralladora. He tratado de adivinar qué sentirías de noche tumbado en el suelo
donde yacías, después de una larga jornada en la que habrías sido golpeado a
patadas, con tu cuerpo rendido de cansancio por haber portado constantemente un
arma mucho más pesada que tú, hambriento, sediento, rendido de entrenar como un combatiente, asfixiado dentro de esa
máscara que cubría casi constantemente tu rostro. Rodeado de jóvenes carceleros, mayores que
tú, despiadados que te vapuleaban y maltrataban por razones que tú jamás
alcanzaste a comprender.
Es sorprendente que fueras uno de esos 200 niños que os negasteis
a seguir preparando para matar. Me pregunto cómo te sentirías para elegir
voluntariamente morir antes de seguir adelante viviendo una vida sin sentido. Te
admiro muchísimo, porque dentro de tu extrema fragilidad tuviste la gran
fortaleza de ser capaz de revelarte.
A ti nadie te habrá hecho un funeral. Seguramente habrán
tirado tu cuerpecito a una fosa común con el resto de tus compañeros y amigos. Nadie
habrá puesto flores sobre tu tumba, ni tampoco una lápida inscrita con tu
nombre. Tú serás por siempre tan solo uno de los cuerpos que yacen al fondo de
una fosa anónima. Ni siquiera tus padres tendrán el consuelo de saber donde
están tus restos.
No sé si existe el cielo pero, si así fuera, estoy segura de
que estarías en él, porque no se puede castigar con el infierno a alguien que
ya ha pasado su vida en él.
Pienso en tu madre y me pregunto qué sentirá ¿se sentirá
orgullosa de ti y te considerará un héroe por haber elegido tu muerte antes que
dedicarte a matar? ¿te considerará un cobarde y un traidor a las doctrinas de
Alá y un enemigo del Estado Islámico por haberte negado a luchar por su causa? En cualquier caso, siento mucha pena por ella.
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