Hoy, en el Día
Internacional de la Mujer, 2018, quiero aportar un granito de arena a esta marcha en
la que participo de forma pasiva. Es decir, desde la pantalla de mi PC.
Mi reflexión es. Estamos
luchando en un mundo de hombres para equipararnos a ellos en derechos,
¡perfecto!, en salarios, ¡muy bien!, en reconocimientos y méritos, ¡justo!,
pero ¿es esto a dónde las mujeres realmente queremos llegar?
Yo quiero un mundo
igualitario, pero no estoy segura de si me interesa la igualdad de este mundo
diseñado por hombres y para hombres. Este mundo lleno de luchas por el poder,
de competitividad, de agresividad, de subirse encima del otro, de atropellarlo,
de vejarlo en su trabajo, de abusos, de mirar hacia otro lado ante las
injusticias o las corrupciones, de violencia, de guerras inventadas para que
las grandes corporaciones se mantengan siempre a flote.
¿Cuáles son los valores
que las mujeres, como tales, y distintas emocionalmente al hombre, podemos
aportar para que este mundo sea mejor en todos los aspectos?
Creo que es hora de que
usemos nuestra inteligencia y nuestra intuición, para que coloquemos ante los
poderes que nos gobiernan, un proyecto alternativo. Un proyecto humanitario y
pacifista de cooperación, no de enfrentamiento. Donde podamos sentarnos a
trabajar en igualdad, pero haciendo valer nuestros puntos de vista como un
valor añadido al mundo en el que ahora vivimos.
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