Al salir de casa tenía mis dudas. No podía imaginar cuánto éxito o fracaso podría tener la concentración en Colón.
Cuando conducía por la A5 hacia Madrid, veía muchos coches en la misma dirección, pera también muchos en dirección contraria. A medida que me iba acercando a Aluche el tráfico se hacía más denso.
En un momento dado rebasé a un autocar procedente de Extremadura. En ese momento me emocioné. La vista se me volvió borrosa y las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas.
Por mi mente comenzaron a fluir los recuerdos de la noche del 23F. Ni mi esposo ni yo pudimos dormir. Pegados a la radio, escuchamos el directo transmitido por la Cadena SER. Sobre las tres de la madrugada, presa del pánico, pedí a mi marido a que me bajara del trastero la maleta donde yo guardaba todos los panfletos que había recogido a las salidas del metro de Madrid. Durante mis cinco años de estudios de Periodismo, había ido recopilando todas las octavillas que me topaba sobre huelgas, mítines, concentraciones, … emitidas por los sindicatos y partidos políticos -muchos de los cuales eran entonces ilegales.
Aquella maleta era mi hemeroteca para hacer en un futuro mi Tesis doctoral. Era un tesoro de información para mí. Era grande y muy pesada. Entre los dos la subimos al coche. La arrojamos a un vertedero de basura, no sin antes abrirla, esparciendo todo su contenido. Regresé a casa desinflada y con la sensación de haber destruido años de lucha por la libertad. Esa misma sensación de destrucción de libertad se ha ido apoderando de mí durante varios años, a medida que los discursos desfasados de la izquierda rancia española han ido socavando las mentes objetivas de los españoles.
Ayer aparqué en Lago. El aparcamiento estaba abarrotado.
Me metí en el metro, pero no veía a nadie con banderas, aunque había mucha gente.
Comencé a ver las banderas al ir bajando hacia Colón desde la estación de Alonso Martínez.
Compré un abandera grande. Más adelante otra mediana, pero con asta.
Nunca antes me había manifestado con la bandera de España. En las anteriores concentraciones de Colón, había visto a grupos de personas con la bandera y me causaban miedo. Temía que fueran de extrema derecha y que pudieran agredirme. Los relacionaba con grupos violentos. Esa ha sido una de las consignas aprendidas durante estos años: “la bandera española es mala porque representa al franquismo”, y “el no ser de izquierdas no es progre, porque la derecha es el fascismo y la violencia”. Sobre mi alma, también, pesaba el espíritu de los Tejero y el terror a un nuevo Franco o Hitler. No me daba cuenta de que con esa infiltración que me provocaba miedo, lo que hacían era vendarme los ojos para que no viera más que lo que las izquierdas españolas nos han estado vendiendo, coartando así mi falta de espíritu crítico ante las evidencias.
Pero hoy, con las dos banderas me sentí liberada de ese prejuicio. Ya no tuve miedo de exhibirme llevando la bandera de España en público. Era yo misma, pero más valiente y más hermanada con los catalanes que ahora están reprimidos, oprimidos y amedrentados por los separatistas.
Poco a poco me fui uniendo a todos aquellos miles de españoles que estaban allí para pedirle al Gobierno del Sr. Sánchez que se vaya y deje hablar a las urnas. Para demostrarle que queremos un juicio contra los golpistas, con pruebas irrefutables para que pasen una buena cantidad de años a la sombra, hasta que aprendan que contra la unidad de España no se juega.
La mayoría de los que me rodeaban eran casi todos de mi misma edad o mayores. Eso me hacía sentir un poco de frustración. Poco a poco se fueron acercando personas más jóvenes. Comencé a estar rodeada de personas de mediana edad. Los más jóvenes llegaron un poco más tarde. Varios de ellos me pidieron hacerse fotos conmigo porque yo portaba uno de los escasos carteles que decía:
“GOLPISTAS A PRISIÓN”.
La presencia de jóvenes reavivó la fe que tengo puesta en una España más justa, más unida, más democrática y menos corrupta en el futuro. Una España que haya superado los prejuicios de “izquierda” y “derecha”, y que se una por un objetivo común: construir una España fuerte, de progreso e innovadora, donde se valore el capital invertido en la educación de nuestros jóvenes, y que estos no tengan que seguir emigrando para ganarse un sustento.
El encuentro de los españoles que estuvimos ayer en la Plaza de Colón ha marcado un hito en la historia de España. Las cifras oficiales dicen que éramos 45 mil. Yo no entiendo de cifras. Solo sé que los ecos se oían desde todas las calles adyacentes, y al deshacerse la convocatoria se veían personas en Castellana a lo lejos, Serrano, la subida a Alonso Martínez.
Yo no había visto nunca tal concentración de españoles con banderas de España, aunque también había muchas de Europa, y algunas diferentes, pero desperdigadas: una de la “España Antigua” con la Cruz de Borgoña, otra con el Toro de Osborne, otra con el escudo del Águila negra de San Juan, una oficial catalana, otra de la Legión y una antigua que no supe reconocer, pero no las había con signos partidistas. Tan solo, en la esquina izquierda de la fuente, se enarboló una bandera mediana de VOX. Algo que no me pareció correcto, en un día donde se había acordado no exhibir símbolos de los partidos convocantes.
Estuve junto a un matrimonio venido de un pueblo de Cataluña. Habían viajado toda la noche. Llevaban muchos años viviendo allí, aunque habían nacido en Extremadura. Me comentaron que estaban felices de enarbolar la bandera de España, porque si lo hubieran hecho donde viven, temían que los mataran. Me dijeron también que, el resto de España, desconoce el terror bajo el que viven los provenientes de otras partes de España y residentes en Cataluña. Ella lloraba mientras me contaba esto.
Luego, casi al final, bailamos juntas y felices el "Viva España". Ellos se marcharon muy esperanzados, con la ilusión de que el Gobierno escuchara a los manifestantes y acabara con el terror de los CDR.
Digan lo que digan los medios que apoyan a este Gobierno abyecto que desprecia el valor de la unidad de España, creo que hoy en día el presidente Sánchez, debe reflexionar, sobre lo que le va a suceder al PSOE, si él sigue en el poder. Porque al hartazgo de los españoles ya no lo frenan sus mentiras.